Cuando las
pesadillas y los terrores nocturnos irrumpen en el sueño de los niños
El nerviosismo provocado por película
e historias, e incluso el miedo a distintas situaciones pueden hacer que el
sueño de los más pequeños se tambalee con pesadillas y terrores nocturnos.
Conocerlos y saber cómo reaccionar ante ellos es fundamental para evitar que
los niños adquieran hábitos inadecuados para dormir.
¿Cómo se producen las pesadillas
y los terrores nocturnos? ¿En qué se diferencian? ¿Cómo deben de actuar
los padres en estas situaciones? Ante todo tranquilidad, el somnólogo Eduard
Estivill y la psicóloga Silvia Álava dan las claves para comprender y
gestionar los malos sueños en los niños.
Tras el
entramado onírico
El doctor Eduard Estivill,
especialista Europeo en Medicina del Sueño, compara dormir con descender los
peldaños de una escalera. De este modo, el primer escalón es el sueño
superficial, después el profundo y el tercero es el sueño REM, peldaño donde se
configuran los ensueños. Este ‘descenso’ es un ciclo que se repite durante la
noche.
Pero, ¿qué son los sueños? El
especialista explica que se trata de “una combinación de información que
tenemos en el cerebro y emociones”, y al configurarse, esta
información se mezcla de forma errónea.
“Cuando estamos despiertos el
cerebro capta información y emociones por nuestros cinco sentidos y la va
guardando hasta que la necesita” apunta el somnólogo quien señala que llegado
el momento, la recopila, junta adecuadamente y explica.
Sin embargo, mientras dormimos la
información que se ha guardado corre una suerte distinta a cuando estamos en
vigilia. Al configurarse el sueño, ésta “se combina de forma aleatoria y aúna
cosas del pasado, del presente y del futuro, pensadas, imaginadas y vividas sin
coherencia ni explicación”, afirma Estivill.
En el momento en el que la ansiedad
se mezcla con la configuración del sueño, se producen las pesadillas y terrores
nocturnos, añade.
Soñar no es cosa de unos pocos. La
realidad es que “todos lo hacemos pero no todo el mundo los recuerda”, apunta
el experto. Según el experto, cuando más se
despierta una persona, más rememora
los ensueños ya que aumentan las posibilidades de que el despertar se produzca
en la fase REM.
Padres
ante los malos sueños
La psicóloga Silvia Álava,
directora del área infantil en el Centro de Psicología Álava Reyes, da a los
padres las pautas a seguir ante las pesadilla y los terrores nocturnos en el
libro “Queremos hijos felices. Lo que nunca nos enseñaron”, (JdJ Editores).
Pesadillas
La experta señala que los episodios
de pesadillas aparecen en la segunda mitad de la noche. Entre sus principales
características, destaca que el niño se despierta y siente miedo
porque puede recordar el contenido del sueño, mientras se producen no suele haber “movimientos ni
verbalizaciones”.
Según menciona la psicóloga,
la prevalencia de las pesadillas está entre un 10-50% en niños de tres a cinco
años.
Aunque generalmente no suponen un
trastorno grave y desaparecen con la edad, si se dan con asiduidad, pueden
acarrear al niño temor a dormir y que éste requiera “estrategias de
autocontrol y relajación para poder superarlo”, apunta Silvia Álava quien
aconseja a los padres seguir estas recomendaciones:
1. Acudir al lado del niño para calmarlo pero sin pedirle
especificaciones ni dar muchas explicaciones.
2. No tratar de razonar sobre el desencadenante de la
pesadilla sino señalar que fue un mal sueño y hacer que el niño se duerma solo
con el objetivo de que aprenda a volver a dormir sin que los padres estén
al lado.
3. Para relajar a los pequeños, la especialista recomienda
llevar un vaso de agua y una vez se han calmado, se puede dejar una luz
encendida para se vuelva a dormir.
Terrores
nocturnos
Al contrario que sucede con las
pesadillas, “los niños no se despiertan durante los terrores nocturnos, que se
producen en la primera mitad de la noche y son menos habituales”, explica
Silvia Álava. El episodio puede ir acompañado de gritos, llanto y temblores e
incluso el pequeño puede llegar a incorporarse. No obstante, el niño no
recordará el contenido del sueño ni en ese momento ni al día siguiente.
La psicóloga apunta que los
terrores nocturnos se dan entre los cuatro y los doce años y ceden con la
adolescencia. Son menos frecuentes en niños que en las niñas y su
prevalencia entre la población infantil es del 1-6%.
La experta indica que en estas
situaciones no se debe hablar con el menor ni despertarlo, basta con
asegurarse de que no se caen de la cama ni se hacen daño.